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Camino al Everest 2015

Everest con

Crónica oficial del reto Everest 2015

Everest sin

Mi crónica del Everest 2015, el Everest sin, el que no fue tal. Pedalea como sientes, léelo aquí.

Everest por Everest

Ya hace unos meses que estamos planificando el reto Everest de este año, ruta que busca hacer el mismo desnivel que altitud tiene la montaña más alta de la Tierra. En este grupo de cicloturistas a afrontar esta "locura" hay trabajadores de todo tipo, gente que pasa o ha pasado por la desagradable situación de estar sin empleo o sufrir un ERE. De ahí que nuestras pedaladas van a tener otra motivación más: apoyar a l@s  320 trabajador@s (y sus familias) que llevan varios meses (más de 7 ya) sin cobrar nómina. Por desgracia, el "pan nuestro de cada día"... Varias obras de esta editorial nos han servido a los locos de los puertos para estudiar y saber más de geografía, de las montañas, de los puertos, de nuestro "amor" al fin y al cabo. Cada pedalada, cada puerto superado, esperamos que lo valores apoyando a través de un donativo a la caja de resistencia cuyo número tienes en la imagen de abajo:

Nº de cuenta: 0081-5200-19-0001740284

Quiero dejar claro, para que no haya ningún malentendido, que el único objetivo que buscamos con esto es apoyar a los trabajadores, ni más ni menos, porque si los trabajadores no se apoyan entre ellos, ¿quíen lo va a hacer?

Nuestro reto sigue el guion marcado: 30 de mayo, Pola de Lena, 255 kilómetros, 8900 metros, 12 puertos y culminación en el Gamoniteiru.

Vaya desde aquí todo nuestro ánimo a los trabajadores de la Editorial Everest.

Pre-Everest 2015

Crónica de la ruta Pre-Everest. Puedes verla entrando aquí:

Pre-Everest 2015

La Borrachera...y la resaca

La pasada semana celebramos una nueva edición de la "Borrachera", esa kedada de 39x28 caracterizada por presentar un recorrido plagado de puertos, que imita a las etapas reinas de las grandes vueltas. Los días anteriores aproveché para meter desnivel, puertos y kilómetros. No me importaba llegar cansado, sino poner a prueba el cuerpo. Gamoniteiru, San Isidro, Las Señales, El Carbayu, Cobertoria por Lena, Cobertoria por Llanuces, Cobertoria por Cuchu Puercu, Cruz de Linares, Perlavia, Yernes-Maravio y Cobertoria por Cortes son los puertos que incluí en una maratón de 4 días, 400 kilómetros y 10000 metros de desnivel. Llegué contento al último puerto porque el organismo va a acostumbrándose a "la paliza", pero el dolor de piernas de los días posteriores fue enorme. Días más tarde continué metiendo desnivel y kilómetros, y vuelvo a tener buenas sensaciones, como hacía meses que no tenía. Encontrar terreno en la sierra de Guadarrama donde se acumulan muchos metros en pocos kilómetros es motivante (Navacerrada-Navapelegrín-Navacerrada, 67 kilómetros, 2000 metros). El invierno parece haber pasado más "factura" de la que pensaba, pero va quedando atrás. El Everest se acerca en el tiempo, y tampoco su cima está ya tan lejana. A 4300 metros (desde los 4550 de la Borrachera).

Si te caes siete veces, levántate ocho...

Claro que es muy fácil hablar. Has caído, y de que manera. Una costilla y una ostia que pudo haber sido peor. Casco destrozado, pero los grandes no miran atrás, los grandes se levantan y siguen adelante. Tenemos un objetivo en menos de dos meses. Una meta de esas que justifican todas las penurias habidas y por haber en los puertos y la bicicleta. Una desorbitada cantidad de puertos, kilómetros y desnivel que sé que te trae de cabeza desde que aquella vez nos prestaste una mano decisiva para que pudiéramos llegar. Ahora no valen excusas. Tengo los cinco sentidos preparados para asaltar eso. Y si funciona la cabeza, lo demás viene solo. Quedan días, rutas y puertos. La mitad del camino es dentro de una semana, la Borrachera. Luego, el abismo... no, el Everest, que se va acercando cada vez más. ¡Piensa! ¿Qué podemos perder? Sólo podemos ganar. 30 de mayo, Pola de Lena, 8870 metros, 250 kms en la cabeza. No hay más.

No puedo...

Comenzamos el día de montaña y las piernas no van. Se ve lejos, muy lejos, la cima de Morcuera. Luego llegarán otros cuatro, pero parece que las piernas siguen sin ir a medida que pasan los kilómetros. Seguimos por Cotos y las piernas no van tampoco. La cabeza está bloqueada e intenta convencerme de que lo mejor es dar la vuelta... no, lo mejor es ir por el camino más corto y más sencillo hacia el coche, en busca de un día mejor. La cabeza siempre me dice que mañana o pasado será un día mejor. Alcanzamos Navacerrada, bajamos y de nuevo a subir. Continuamos por Fuente la Reina y las piernas no van. Sudo mucho, hago fotos y veo como Rubén sigue ascendiendo con soltura. ¿Quién me mandará meterme aquí? Ahora toca Navacerrada, que hay que subir sí o sí... Bueno, a no ser que me lance a una cuneta y no me mueva. ¡Qué me vengan a buscar! Las piernas no van todavía. Pedaleando horas y horas, comiendo y bebiendo. Parece que oscurecerá, parece que llegaremos de noche, pero las piernas no van. Rematamos el día con Morcuera y las piernas no van. Subo rápido o despacio, que ya no sé ni lo que es uno u otro. Oscurece en el descenso, 50 o 60 kilómetros por hora, asfalto impecable, una pequeña luz bajo el sillín y el cuentakilómetros que sigue contando hasta pararse delante del coche. Me poso y vuelvo a repetirme que las piernas no van. Con los metros de hoy estoy a 5532 metros del Everest. Hay margen de mejora, pero las piernas no van. Sumo y sigo...

Quien resiste, gana

Ya os había dicho que en el "caminito" que nos llevará al Everest no iba a daros datos y datos de entrenamientos, que esto iba a ser un cuaderno de notas de algunos días en los que valía la pena reflexionar...

No me da vergüenza deciros que soy uno de esos "trabajadores que se va empobreciendo". Tenía que decirlo esta semana, cuando hemos asistido al "teatro" del Debate sobre el estado de la nación. Reconozco que siempre me gusta estar informado y oir todas las opiniones. Escuchar, ver y tratar de encontrar una explicación a lo que fue esa representación es muy difícil. Creo que no viven en el mismo país que las muchas personas que estamos en esta situación. Es una putada no tener empleo, pero tenerlo y ver que tu salario da para poco menos que nada es aún más frustrante. Sin embargo puedo alardear de ser rico en amigos, en familia y, por supuesto, con la pareja con la que estoy. Podrán quitarnos todo, pero, sin embargo, ver que cada día una persona en situación jodida, pone la mejor de sus sonrisas, se levanta, hace cosas mejores o peores, tiene que frustrar a tod@s aquell@s que nos tratan de hundir. Amigos como Félix, con el que llevaba tiempo sin rodar. Tiene que ser muy humillante estar en un despacho pensando en cómo joder a unos trabajadores, mientras éstos, en sus días libres se alejan de los problemas, esquivan todas las piedras que lanzais y, además, sonríen con cada dificultad.

Lo tengo claro: quien resiste, gana... y ganaremos.

Iniciando el camino

Ya hace cuatro años del Everest. Cuantas vueltas ha dado la vida desde entonces y cuantas cosas han cambiado: de no tener trabajo a tenerlo, de un estado civil a otro, de vivir en un lugar a otro a 500 kilómetros, de una Bianchi a otra, de una zona repleta de puertos y tranquilidad a rodar a otra con llano y estrés, mucho estrés... Cuatro años, que parece que no es nada, y ha sido un mundo. Otros cuatro años atrás era aún más diferente: la bicicleta llevaba colgada tres años, las ganas estaban ausentes, no había web, no había blog, no queda rastro de aquello... Mejor, porque ocho años después puedo decir que la bicicleta me ha dado de todo. No solo lugares preciosos, ni muchas horas de sufrimiento, ni puertos increibles... quiero decir muchas cosas que no se pueden pagar: personas, momentos y aprendizajes. Lo esencial en la vida, lo mejor de la vida. Me pierdo, vuelvo a divagar, como siempre...

Cuatro años después vamos a enfrentarnos al reto de los retos, para mí: el Everest, en una ruta diseñada otra vez por mí. Soy un mandón, un tirano, lo reconozco. Esta vez será en una ruta en línea y, si las fuerzas, el humor, la suerte y muchas cosas más, acompañan, culminaremos en el Gamoniteiru los 8848 metros de desnivel (y alguno más). Sólo cicloturismo en su más pura esencia: bicicleta, amigos, puertos y una carretera vista de noche y de día. Nada de patrocinios, ni dinero, ni retos. Exclusivamente ciclismo.

Hace cuatro años que no pedaleo de noche. Desde aquel lejano 18 de junio de 2011 (bueno, 19, que bajamos la Cobertoria a la 1 y media de la madrugada). Tan solo a veces lo he rozado por apurar las rutas. Pero esta ocasión vuelve a ser especial. ¡Es el Everest! Pero todo ha cambiado tanto... Os he dicho más arriba que todo ha variado, todo es diferente, pero hay algo que sigue intacto: a cabezón no me gana ni dios...

No quiero hacer de este pequeño cuaderno hacia el Everest un catálogo de datos. No os voy a presumir de nada, porque de nada tengo que presumir. No sé si lo alcanzaré, porque ya nada es igual, pero sólo por volver a sentir esa indescriptible sensación que tuve al alcanzar con Isma la Cobertoria a la 1 de la mañana, de noche. No se puede describir con palabras. Ver llegar a Peri, y a Javi, cayéndose de sueño. Aquello es inmortal, algo que merece la pena intentar repetir...

¡¡¡Vamos allá!!!