Blogia
39x28 ALTIMETRÍAS

Aquel día de hace 25 años

Aquel día de hace 25 años

Mi padre trabajaba en la mina y mi madre era ama de casa. Trabajadores los dos, eso siempre, porque todos los días hay que hacer algo, todos los días hay algo que hacer. Llegaba de la mina y yo, un chaval al que le gustaba tanto la bici, y que se había apuntado a correr en el equipo que había cerca de Pola, lo dejaba sin descansar el fin de semana. Cuando eres joven y sólo miras para lo que tú haces, no te das cuenta de esos esfuerzos, de esos viajes, de esos madrugones, de esas idas y venidas por toda Asturias o León o Cantabria, para llevarme a las carreras. Una carrera tras otra que nunca llegaba a acabar y otra vez mi padre que me soltaba: "faesme recorrer toda Asturias pa no hacer ni cinco kilómetros". Supongo que me presionaba, que la competición no era lo mío, que no aprendía a calentar lo suficiente antes de la salida, que no me acoplaba bien al pelotón, que tenía miedo,... Excusas mil, pero para mi padre era otro fin de semana que podía haber quedado en casa descansando o haciendo cualquier cosa antes de llevar el coche aquí y allá...

Y así llegó aquel 14 de septiembre, en Benavides, uno de esos sitios donde veraneaban los mineros y sus familias. Cerca, en Carrizo, habíamos estado de vacaciones otros años y por allí habíamos andado juntos en bici en algún mes de agosto. El día anterior, en Valencia de Don Juan, el viento, el pelotón, la falta de calentamiento, el viaje, cualquier cosa, cualquier excusa, pero otra vez que no acababa, una semana después de rozarlo en Moreda, de subir por Carabanzo y paladear, casi, una carrera entera.

Y llegó aquella tarde del sábado 14 de septiembre, de nuevo vestidos como Indurain, porque todos los ciclistas de aquella época nos vestíamos como Indurain, queríamos ser Indurain, y queríamos ganar como Indurain. Llego a la cabeza del pelotón cuando se ven a lo lejos las primeras casas de Benavides, cuando se huele la meta, cuando arranco como si no hubiera un mañana, como si supiera que al fin una iba a ser mía. No, no sólo acabar, sino ganar. Una copa por fin, un día marcado para siempre. ¿Cómo será ganar para los que siempre perdemos? Mi hermana desgañitándose a voces, incrédula por ver lo que nunca, mis padres esperando en meta, mis compañeros en el pelotón... Pero no, no pudo ser. Aquella arrancada se quedó en el recuerdo, mío, y todavía sigue un montón de años después.

¿Qué hubiera cambiado si me hubiera llevado aquella copa de ganador? ¿Acaso mi amor por el ciclismo y mi amor por la bicicleta? Dedicarla a mis padres, que cansados de trabajar día a día, me llevaban a todos los sitios. Ganamos aún perdiendo, porque no todo eran copas, no todo son trofeos. Para mí, el único trofeo es seguir teniendo un amor inmortal a la bicicleta, poder saborear días y rutas con amigos y en solitario, y mostrar a mis padres que todavía sigo pedaleando sin descanso.

(PORTADA: Foto de aquella temporada de 1996 en juveniles, en una carrera en Panes, que, por supuesto, no acabé, y que finalizaba en San Esteban de Cuñaba)

4 comentarios

Montero79 -

Coincidimos fijo entonces. De aquella, pelotones enormes, había muchísima afición en críos. Ahora mucho menos

Nes -

Yo en el equipo de Valdés, que había sido toda la vida el Casa Consuelo y después el Quesos 3 Oscos, Pedal del Occidente... Vaya tiempos aquéllos y qué recuerdos

Montero79 -

Hola, Nes.
Competí en el club ciclista Coque Uría, de Mieres, lo que era el Teodoro Cuesta antes. Del 94 al 97 (cadetes y juveniles). Y tú?

Nes -

Se parece mucho a mi historia con la bici, me siento bastante identificado con lo que cuentas. Soy un año menor que tú y sólo competí los años de cadete, 1995 y 1996,pero seguro que coincidimos en alguna carrera ¿En qué equipo estabas?