Una Vuelta vestida de Giro

Pasó el Giro de Italia con una sensación de decepción, por el recorte de la etapa reina, por "vestirse" de lo que ha sido la Vuelta en los últimos años, y ha llegado la Vuelta con la misma sensación de haberse transformado, por contra, en lo que ha sido el Giro en los últimos tiempos, con vuelcos inesperados y etapas reinas de un nivel difícil de encontrar en las dos grandes rondas del calendario.

La Vuelta ha pasado de tener Fitos, Cerleres, Padrunes o Morcueras como rompedores, a lo que hemos visto hoy, y a lo que nos espera en los próximos días. He leído muchas críticas a lo que se ha visto en esta semana inicial, pero soy de los que gustan de aquellas rondas de los 90, de menos a más, con semanas iniciales más para sprinters, una etapa potente hacia la novena o décima jornada y dureza al final, más o menos lo estilado en los últimos Giros, sí (hasta este último año).

La etapa reina (por categoría de los puertos, distancia, diseño, ubicación dentro de la propia carrera) no defraudó. Se llevó la etapa el segundo clasificado del Giro con una actuación hoy memorable, yéndose ya en solitario en el puerto más duro del día (Venta Luisa, alias "Croix de Fer"), y el fuerte ritmo del Ineos ha ido dejando un reguero de "cadáveres" y una merma de energías...en su jefe de filas. Carapaz primero y luego Bernal se han ido dejando tiempo, ante sucesivos ataques de Adam Yates (también de Ineos), un inconmensurable Superman López y, finalmente, un Enric Mas soberbio que se ha quedado en un gran mano con el líder, Primoz Roglic.

¿Sale "dañada" la Vuelta (de la emoción hasta el final) ante el incremento de diferencias? En absoluto, sale muy fortalecida, puesto que sigue contando con un gran duelo, y, a pesar de la debilidad, hoy, de un corredor como Egan Bernal, todo un ganador del Giro, su categoría, la fortaleza de su conjunto y lo que queda de carrera, con muchísimas etapas de montaña aún por disputarse, hacen que el interés sea mayor todavía.