Yo también descendí la Cobertoria el 14 de mayo de 1993
Treinta años ya. ¡Cómo pasa el tiempo! Ya hace treinta años de aquel viernes 14 de mayo de 1993 en que Tony Rominger y Alex Zülle se jugaban la Vuelta. Ansiaba aquella etapa que tenía intención de ir a ver a la Cobertoria, pero el tiempo no mejoraba. Llovía y daba agua. Intentaba ver claros, intentaba ver el sol, intentaba ser optimista. Eso echó para atrás a algún amigo. Roberto (nuestro querido Rober que siempre está pendiente de todos en nuestras kedadas) prefirió quedarse en casa y disfrutarla desde el sofá. Al final convencí a Héctor para escalar la Cobertoria.
Había mucha gente esa mañana subiendo por las rampas de Piedracea y Armá. Había que tomárselo con calma y estar precavidos ante lo que amenazaba. Estaba fresco, pero yo osé ir con maillot y culotte cortos. Claro, ¿cómo iba a ir con una chaquetona de chandal a ver a Perico, a Rominger, a Echave, a Montoya, a Zülle, a Mauleón, a Cubino, a Breukink,...?
La etapa venía de la costa, subía la Cobertoria y se dirigía a Oviedo ascendiendo Padrún y Manzaneda antes del Naranco. Pocos eran los que apostaban por ver algo. Incluso Gastón decía, antes de la salida, que en el Naranco no habría mucha batalla. Sólo unos segundos, ya que los líderes seguramente se jugarían la carrera en la crono de Santiago, dos días después.
Y allí estábamos, pasando frío, en la Cobertoria. Pasaron los ciclistas, pero no así el frío. Se pone a llover, a diluviar,... Aparece el abuelo de Héctor, que nos refugia en su coche. ¡Qué suerte! Oimos por la radio cómo va la carrera. Parece que Rominger va fugado con Gastón. No entendemos lo que sucede. No sabemos por qué Zülle se ha quedado.
En cuanto abre un poco el día nos lanzamos a Pola. Vamos parando cada poco por el frío. Iván va helado también. Valía la pena ver la etapa allí arriba, en la Cobertoria, pero sin ropa de abrigo... Y poco a poco va finalizando el descenso.
Llego a casa y Rominger acaba de cruzar la línea de meta. Mi madre me cuenta que ha entrado solo, que Zülle ha llegado poco después y que la diferencia entre ambos ha aumentado, que había muchísima gente en el Naranco, que...
Aquella etapa fue legendaria. No hacía falta que nadie dijera en ese momento que era algo histórico, que había sido la mejor de la historia. El tiempo se encargó de colocarla en su sitio y hoy permanece, con brillo, en la memoria de muchos aficionados. Ahora, treinta años después se sigue hablando de aquello... Recuerdo hace unos años una conversación con Fernando Ramos en que me decía que aquella jornada no había tenido para él, periquista convencido, gran trascendencia. Fue una etapa que evocaba lo que había ocurrido 19 años atrás con un asturiano (Tarangu) contra otro de los grandes de la época (Ocaña). Otra vez en el Naranco...
Treinta años después de aquella etapa que prefiero dejarla en el recuerdo. No hacen falta adornos a lo que nos ha hecho tan felices cada vez que la recordamos: aquella carreterona de la Cobertoria inundada de agua y de gente, aquel paso a nivel de Figaredo en el que te la jugabas, aquellas carreteras negras de carbón, aquel Naranco hasta arriba como si de un Molinón de derby se tratara.
Yo descendí en bicicleta, también, la Cobertoria aquel 14 de mayo de 1993. Y eso no es ninguna licencia poética
0 comentarios