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La Quesera: el chico que soñaba con un puerto y una garrafa de gasolina

Durante todo este tiempo me resistí a contaros esta historia. Hace ya unos años me disponía a subir la Quesera, ese puerto que entrará este año en la Vuelta a España. Con gran desconocimiento del terreno, salgo de Madrid rumbo a Majaelrayo, en la cara sur de la subida. Parece lo más sensato, puesto que la cara norte, que también quiero hacerla, se inicia más lejos, en Riaza.

Llego a Guadalajara y observo que tengo poca gasolina...  Un poco más allá, que seguro que hay gasolinera... Un poco más allá, que seguro hay alguna. Pero nada, largas rectas, carreteras cada vez más solitarias y no encuentro ninguna. Cuando alcanzo Majaelrayo pregunto y me dicen que la más cercana está en Riaza, 40 kilómetros más allá, en la provincia de Segovia. Ya voy en la reserva y si no echo nada el coche se parará a la vuelta. Casi me doy golpes contra el volante. Irresponsable no, lo siguiente, pero no vale la pena lamentarse, así que me visto de ciclista y me dirijo a Riaza, con la Quesera por el medio, con una mochila y una botella de dos litros, dentro. Por el camino revienta dicha botella...

Hago cima, llego a Riaza y me dirijo a la gasolinera. Con una garrafa de 5 litros, por si el puerto fuera poco, voy superando las rampas. 1600 metros acumulados en la cima, pero el "agradable" descenso de la Quesera hace que arrive en el coche con 2000 metros, un buen dolor de espalda y la garrafa de gasolina.

Son pocos los amigos a los que he contado la historia de la Quesera y la garrafa de gasolina. Hoy sólo puede uno reirse un buen rato, pero aquel día la cara de susto tardó en quitarse. Una experiencia más.

Aquel día de diciembre de hace 3 años, con un día espectacular, y un ciclista cruzando este puertazo con una garrafa de gasolina. Locuras de la bici y los puertos.

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