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VIVA EL GIRO

El Giro de Italia, una de las tres grandes Vueltas por etapas en el deporte del ciclismo, se pone en funcionamiento este mes. Si el Tour de Francia simboliza el tercer mayor espectáculo deportivo y la Vuelta es la primera de las carreras menores (que nadie se me ofenda), ésta, el Giro, es la competición ciclista más espectacular, la que más gusta al aficionado. A lo largo de los años, la búsqueda de recorridos atrayentes por la organización ha sido una constante. Es esta la carrera que diseña unos trazados llenos de trampas que logran enganchar a los “tifossi” de las dos ruedas de todo el mundo. Fue el Giro la carrera que propuso el puerto más duro del ciclismo (el Mortirolo) a inicios de los 90, cuando los dominadores de las pruebas eran los contrarrelojistas que pasaban bien la montaña (llámese Lemond, Breukink, Bugno y, luego, Indurain o Rominger), una forma de contrapunto a éstos y que favoreció el resurgimiento de los escaladores, y de entre todos ellos Marco Pantani, quien el 5 de junio de 1994 escribió una de las páginas más memorables de toda la historia del ciclismo con su despiadado ataque, primero al líder de la carrera Eugeni Berzin, y luego a uno de los más grandes, Miguel Indurain. Fue el Giro la carrera que introdujo, otra vez para la competición profesional, las pistas de tierra, con el Finestre, Plan de Corones y, en esta edición, el Monte Catria. Finales como el del Gavia en 1988, etapas como la de Aprica en 1994 (tal vez la más dura del ciclismo posterior a la Segunda Guerra Mundial) sólo tienen cabida en el Giro y en su legendaria historia. Pero no sólo por la alta montaña destaca esta carrera, sino por esos finales con muros, con pavés, con carreteras estrechas, que también gustan al aficionado y que en otras carreras parecen no tener lugar. La constante búsqueda de innovación en los recorridos hace que sea una carrera sin igual. Que no nos extrañe que algún día veamos a los ciclistas subir a Malga Palazzo, una ascensión mucho más dura que el Angliru y con unas rampas superiores al 30%. No busquemos aquí el clasicismo del Tour (con su nerviosa primera semana, sus dos cronos y sus cuatro o cinco etapas de alta montaña). El Giro se pelea día a día, y el aficionado lo disfruta, también, día a día. Por todo ello, ¡Viva el Giro de Italia!

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