Nunca dejes de pedalear
Han llegado ya los meses duros del año, aquellos en los que el mal tiempo, la lluvia, el frío, la nieve, el viento y las pocas horas de luz solar provocan que mucha gente prefiera refugiarse en casa a salir en bicicleta. Nos adaptamos, o eso pensamos, a lo que hacen los profesionales. Si ellos no compiten en esta época, nosotros no salimos a dar pedales. Total, ¿para qué?
Pero esa idea, esos planes sólo sirven para perder el tiempo. Y yo soy de los que piensa que hay que aprovechar hasta el último segundo que nos da la vida. El año pasado comencé a dar pedales en el mes de octubre, ya metidos en el otoño, cuando las hojas de los árboles ya invaden las carreteras y los caminos, cuando está repleto por todos lados de los erizos de las castañas, cuando las temperaturas ya no suelen pasar de los 10º, cuando llueve más a menudo, cuando las cumbres de las montañas están continuamente nevadas.
Hay que salir a dar pedales para respirar aire de verdad, para aparcar por un tiempo los problemas que hay en la vida (en el trabajo, en la pareja,…), para poder contemplar los paisajes con otro color distinto al que tienen en verano,… Las carreteras en invierno, en otoño, no tienen el mismo olor. Ahora no se derrite el asfalto y la gente nos mira con incredulidad. ¿Dónde irá ese loco con este frío? Yo lo tengo claro. A Linares a pisar nieve, a Brañalamosa a desafiar a la gravedad y caerme entre planchas de hielo, a Carraspientes a helarme de frío, al Picu Polio para ver todo un valle desde arriba y más arriba. Las fotos en esta época salen de otra manera, con un color más natural. Será porque la lluvia ayuda a limpiar la atmósfera.
Pero las subidas continúan de la misma manera, con la misma inclinación…
Aquí estamos tú y yo.
Yo con mi bicicleta, que es una prolongación de mi cuerpo. Tú, que intentarás vencerme, frente a mi y engalanada de asfalto.
Mi lucha consiste en derrotarte y emplearé cada gramo de fuerza en el intento.
Tu lucha, por tu parte, se basa en inclinarte cada vez más, en provocar que me dé la vuelta y cese en mi empeño.
Pero mi único destino es llegar a la cima y derrotarte; mi único destino es volcar toda mi fuerza sobre los pedales.
Cada pedalada mía es una victoria para mí.
Cada pedalada mía es una derrota para ti.
Yo soy un escalador y no puedo parar hasta llegar arriba.
Ya sabes que mi único destino es dar pedales hasta el final.
Montero79
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