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Morir con las ideas

Morir con las ideas
Durante muchos años hubo aficionados que sentían que aquí, por estos lares, había puertos suficientes para diseñar etapas y recorridos que no tuvieran que envidiar a esos que sufrían los Perico o Indurain en los 80 y 90. Explorar, rastrear, la península en busca de puertos y más puertos, estudiarlos y, ya en "la cocina", entrar en el juego de las comparativas. Hay que hablar aquí del fantástico papel de aquella Plataforma de Recorridos que hizo un estupendo trabajo o aquellas otras etapas que unos años antes Mario Ruíz sugería en la revista Ciclismo a Fondo. A todo ello se sumó el afán de las administraciones locales y provinciales por tener su "Angliru particular", asfaltando carreteras que no iban a ningún lado, pero que explotadas convenientemente, podían ser un vehículo de promoción turística.
Todo esto os lo cuenta alguien que en su libreta, a papel y boli, hacía también sus pinitos y le daba vueltas al perfil de la Cobertoria por Lena cuando aún iba al colegio...
Pasaron los años, pasaron muchos años, y muchas de esas propuestas alcanzaron las "más altas cotas", y en 2014 se incluyó, por primera vez, el que para mí (ya lo he pregonado infinidad de veces en esta web y lo seguiré diciendo) es el mejor encadenado de puertos en Asturias. Fue en 2014 y fue en 2020. No ha habido más: Cobertoria-San Lorenzo-Farrapona. Repito, no ha habido más que dos veces de ese tríptico de puertos. 85 kilómetros, 3400 metros de desnivel, extraordinario final en un entorno sin igual, 10 kilómetros enteros por encima del 10%...
Por contra, hay infinidad de puertos en Giro y Tour que se estrenaron... ¡¡¡hace ya más de 100 años!!! En ellos ha ocurrido de todo, para bien y para mal, y se han ganado una fama de dureza que hace que todo cicloturista quiera ir a ascenderlos y durante el invierno los apunte en su "agenda para el año que viene".
En 1992 la Vuelta se fue a Francia a realizar la etapa reina, lo cual se ha venido realizando varias veces más, como en 2016. Con los pomposos nombres de Pierre Saint Martin, Marie Blanque y Aubisque, tuvimos una etapa que alcanzaba los 5000 metros de desnivel. Puertos míticos del Tour, puertos que cualquier aficionado al ciclismo tiene en un pedestal: Aubisque, nada más y nada menos!! ¡¡¡La mejor etapa jamás diseñada!!! Siempre es así, siempre que hay una etapa de montaña fuera de nuestras fronteras surgen las mismas palabras, la misma combinación de palabras...
El desarrollo de aquella etapa fue el que fue, aunque la realización televisiva hizo lo suyo y nosotros, los cicloturistas, babeábamos. ¡Qué más da la competición con tamaños puertos!
Pero la competición también juega (¿estamos de acuerdo o sólo cuando nos interesa?) y llegó una escapada, y los dos primeros de la Clasificación General entraron en el mismo tiempo, y el 25º llegó a poco más de 3 minutos.
Volvamos a 2020, volvamos a la etapa Villaviciosa-Alto de la Farrapona, cuyo desarrollo, en lo referente a la Clasificación General no tuvo grandes cambios: llegó la fuga (con la victoria de Gaudu y el extraordinario Marc Soler), los dos primeros de la Clasificación General entraron en el mismo tiempo, y el 25º llegó a poco más de 3 minutos.
En 2016 había otra etapa de montaña (Sabiñanigo-Formigal, de unos 110 kilómetros) y en 2020, tras Farrapona, hay una etapa de montaña que, además, culmina en el Angliru (la subida más dura de la historia de la Vuelta).


Todo fiado al Angliru, un puerto que por si mismo bloquea una carrera. La organización ya lo señaló bien claro...
Siguen sacrificando recorridos y puertos, mientras miramos para otro lado, porque estos puertos no funcionan, no tienen la calidad de los de fuera... Juegan con vosotros y no os enterais: Cobertoria, San Lorenzo y Farrapona no sirven.

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